David Wood

Testimonio | Octubre 2013

David Leroy Wood. Baloncestista estadounidense de los años 80' y 90'. Nació en Spokane, Washington (Estados Unidos), el 30 de noviembre de 1964. Medía 2,05 metros y pesaba 104 kg. Destacó jugando como pívot. Desarrolló una extensa carrera profesional a lo largo de 20 años en los que jugó en un total de 20 equipos, entre los que destacan 8 equipos de la NBA, uno de la Liga italiana y 4 de la Liga ACB española: Su entrega en la cancha le valió el apodo de "el Gladiador", siendo muy querido por la afición.

Nunca olvidaré mi presentación junto a Michael Jordan el día que llegué a mi primer equipo en la NBA. Era tan excitante estar en las grandes ligas como miembro del Chicago Bulls... La experiencia fue muy estimulante, con el sonido de veinte mil personas volviéndose locas por nuestro equipo. Mi sueño de jugar en la NBA estaba realizándose. Nadie creyó nunca que sería un jugador de baloncesto profesional en la NBA, hasta el año que llegue al segundo curso en el instituto. Medía 1.85 m y pesaba 56 kg, y mis padres tampoco eran impresionantes, "David Wood", "el hombre palo", "patas de pájaro", "palillo" y el que menos me gustaba "espantapájaros". Fuera como fuera un día, al salir de la iglesia, un hombre se me acercó y me dijo: "¿Sabes una cosa? Con Jesucristo como tu Señor, puedes hacer cualquier cosa, nada es imposible para ti." También me dijo: "David, puedes jugar en la NBA con la ayuda de Dios, trabaja como si dependiera de ti, y ora como si dependiera de Dios". Algo asombroso ocurrió cuando me dijo estas palabras acerca de mi vida. Las creí y a partir de ese día y durante los siete años siguientes entrené como si ello dependiera de mí y oré como si dependiera de Dios.

He descubierto que Jesucristo es el Señor de todo, y que con su fuerza puedo hacer todas las cosas. Sin embargo, no he alcanzado muchos de los numerosos objetivos que me propuse a mí mismo. Pero no abandono cuando desfallezco, no me quedo tranquilo cuando se pone difícil continuo hacia la excelencia pidiendo a Dios que me ayude a ser cada vez mejor y completar sus planes para mí. La mejor decisión que tomé fue cuando enfoqué cada área de mi vida hacia Jesucristo y le di el control de todo. Puedo confiar en Jesucristo con todo mi corazón y no depender de mi propio sentimiento y conocimiento, sino saber que Él dirigirá mi camino. Dios es Dios y yo sólo soy un hombre, pero cuando tú o yo dejamos que Jesucristo tenga el control de nuestras vidas podemos sobrepasar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

Nunca fuí el mejor jugador en ningún nivel de competición, pero mantuve mis prioridades conforme a la Palabra de Dios, mi libro favorito, la Biblia. A causa de mi deseo de amar a Dios en primer lugar, puedo entrenarme y jugar lo mejor que puedo y no preocuparme acerca del resultado, porque supe y sé que Dios lleva el control. Si hago todo lo mejor que puedo, Jesucristo se ocupará de lo demás, del mismo modo que trabajo y oro. La Biblia es el libro más importante de mi vida, la he leído cada día desde que tenía doce años. Está llena de promesas que cualquier persona puede clamar por ellas y hacerlas suyas. Son palabras de vida que pueden sacarte de la depresión después de una mala experiencia; son palabras que proporcionan información acerca de cada acto que puedas afrontar en el deporte y en la vida.

Una vez que vuelves tu vida completamente a Jesucristo y le haces Señor, entonces puedes gozar de una relación con el Dios del universo quien abrirá su libro, la Biblia, y lo hará real para ti cada día de tu vida. Que Dios te bendiga. (Mateo 6:33)


Comparte este artículo: